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Las promesas de Dios

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    Las promesas de Dios se nos conceden por su Hijo San Agustín Comentario sobre los salmos 109,1-3 Dios estableció el tiempo de sus promesas y el momento de su cumplimiento. El período de las promesas se extiende desde los profetas hasta Juan Bautista. El del cumplimiento, desde éste hasta el fin de los tiempos. Fiel es Dios, que se ha constituido en deudor nuestro, ho porque haya recibido nada de nosotros, sino por lo mucho que nos ha prome- tido. La promesa le pareció poco, incluso; por eso, quiso obligarse mediante escritura, haciéndonos, por decirlo así, un documento de sus promesas para que, cuando empezara a cumplir lo que prometió, viésemos en el escrito el orden sucesivo de su cumplimiento. El tiempo profético era, como he dicho muchas veces, el del anuncio de las promesas. Prometió la salud eterna, la vida bienaventurada en la compañía eterna de los ángeles, la herencia inmarcesible, la gloria eterna, la dulzura de su rostro, la casa de

UN MENSAJE CONJUNTO PARA LA PROTECCIÓN DE LA CREACIÓN

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(Declaración conjunta sobre el cambio climático del Patriarca Ecuménico Bartolomé, el Papa Francisco y el Arzobispo Justin de Canterbury) UN MENSAJE CONJUNTO PARA LA PROTECCIÓN DE LA CREACIÓN Durante más de un año, todos hemos experimentado los efectos devastadores de una pandemia mundial, todos, pobres o ricos, débiles o fuertes. Algunos estaban más protegidos o más vulnerables que otros, pero la rápida propagación de la infección significaba que dependíamos unos de otros en nuestros esfuerzos por mantenernos a salvo. Entendemos que, al enfrentar esta calamidad global, nadie está a salvo hasta que todos lo estén, que nuestras acciones realmente afectan a los demás y que lo que hacemos hoy afecta lo que sucede mañana. Estas no son lecciones nuevas, pero hemos tenido que repasarlas nuevamente. No desperdiciemos este momento. Tenemos que decidir qué tipo de mundo queremos dejar para las generaciones futuras. Dios manda: “Elige, pues, la vida, para que vivas tú y tu des

¿Por qué se ataca hoy como nunca a la familia?

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    El profesor Gonzalo Miranda afronta los desafíos del Jubileo de las familias Este «Jubileo de las familias», como ha explicado a Zenit el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia (cf. «Exclusivo: Recta final al Jubileo de la familia», supone también para la Iglesia católica una oportunidad para afrontar los grandes desafíos que experimenta en estos momentos la familia, algo que será analizado gracias a la colaboración de expertos de prestigio mundial en el Congreso de preparación de tres días que precederá al gran encuentro (Cf. «Jubileo de las familias: Los niños, al centro de la sociedad». Para comprender mejor qué es lo que se está jugando la humanidad en estos momentos en los que se ponen en tela de juicio los derechos de las familias (fundadas en el matrimonio), Zenit ha entrevistado al profesor Gonzalo Miranda, secretario del Instituto de Bioética de la Universidad Católica de Roma y director académico del curso de Bi

El coro numeroso de las vírgenes acrecienta el gozo de la madre Iglesia

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    El coro numeroso de las vírgenes acrecienta el gozo de la madre Iglesia San Cipriano, obispo y mártir Del Tratado sobre el comportamiento de las vírgenes (Núms 3-4.22.23: CSEL 3,189-190.202-204) Me dirijo ahora a las vírgenes con tanto mayor interés cuanta mayor es su dignidad. La virginidad como la flor del árbol de la Iglesia, la hermosura y el adorno de los dones del Espíritu, alegría, objeto de honra y alabanza, obra íntegra e incorrupta, imagen de Dios, reflejo de la santidad del Señor, porción la más ilustre del rebaño de Cristo. La madre Iglesia se alegra en las vírgenes, y por ellas florece su admirable fecundidad, y, cuanto más abundante es el número de las vírgenes, tanto más crece el gozo de la madre. A las vírgenes nos dirigimos, a ellas exhortamos, movidos más por el afecto que por la autoridad, y, conscientes de nuestra humildad y bajeza, no pretendemos reprochar sus faltas, sino velar por ellas por miedo de que el enemigo las manche. Porque no es inútil este

Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres

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Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres San Juan Crisóstomo, obispo De las homilías sobre la primera carta a los Corintios (Homilía 4,3.4: PG 61,34-36) El mensaje de la cruz, anunciado por unos hombres sin cultura, tuvo una virtud persuasiva que alcanzó a todo el orbe de la tierra; y se trataba de un mensaje que no se refería a cosas sin importancia, sino a Dios y a la verdadera religión, a una vida conforme al Evangelio y al futuro juicio, un mensaje que convirtió en sabios a unos hombres rudos e ignorantes. Ello nos demuestra que lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. ¿En qué sentido es más fuerte? En cuanto que invadió el orbe entero y sometió a todos los hombres, produciendo un efecto contrario al que pretendían todos aquellos que se esforzaban en extinguir el nombre del Crucificado, ya que hizo, en efecto, que este nombre obtuviera un mayor lustre y difusión. Ellos, por el contrario, desaparecieron y, aun du

La esperanza de la tierra nueva

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La esperanza de la tierra nueva Vaticano II Gaudium et spes 39 No conocemos ni el tiempo de la nueva tierra y de la nueva humanidad, ni el modo en que el universo se transformará. Se termina ciertamente la representación de este mundo, deformado por el pecado, pero sabemos que Dios prepara una nueva morada y una nueva tierra, en la que habita la justicia y cuya bienaventuranza llenará y sobrepasará todos los deseos de paz que brotan en el corazón del hombre. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que se había sembrado débil y corruptible se vestirá de incorrupción y, permaneciendo la caridad y sus frutos, toda la creación, que Dios creó por el hombre, se verá libre de la esclavitud de la vanidad. Aunque se nos advierta que de nada le vale al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo, sin embargo, la esperanza de la tierra nueva no debe debilitar, al contrario, debe excitar la solicitud de perfeccionar esta tierra, en la que crece el